Fuente: theconversation.com. Anna Peirats.
Cualquier persona que desea desarrollar una carrera investigadora siente la necesidad de publicar los resultados de sus avances para el conocimiento científico, en beneficio de los lectores y de la sociedad. Publicar un trabajo original cumple unas funciones: registrar el resultado de una investigación, difundirlo y permitir el desarrollo profesional y académico de los investigadores.
Según el tipo de contribuciones, las revistas pueden ser de carácter informativo, cuando divulgan programas de interés científico, técnicos o educativos; de difusión científica y cultural, que se destinan a un público amplio; y arbitradas, que siguen un proceso de revisión para estar indexadas en bases de datos.
Entre las revistas arbitradas, los centros difusores de conocimiento científico pueden ser asociaciones o institutos científicos –como el Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) o la Sociedad de Estadística e Investigación Operativa (SEIO)– o una universidad. También pueden estar asociadas a editoriales comerciales, como las que dependen de Elsevier, Springer, Sage, etc.
La misión de las revistas científicas
Publicar en revistas científicas contribuye a la generación del conocimiento, puesto que permite avanzar en el área específica de la investigación. Como publicaciones periódicas que difunden contenidos de investigación original, siguen una metodología delimitada y un proceso riguroso de revisión por personal experto.